Respuesta sexual humana
La respuesta sexual humana es el
ciclo de fases fisiológicas por las que pasa el cuerpo humano durante la
estimulación sexual. La detallaron por primera vez dos colegas, un señor calvo
con patillas llamado William Masters y una señora con el pelo lacado y cejas
pequeñas llamada Virginia Johnson, en los años 60. El consenso general es de 4
fases: Excitación, Meseta, Orgasmo y Resolución, aunque hay algunos autores que
se empeñan en colocar una fase previa de Deseo —una fase de carácter más
psicológico que fisiológico, y por la que podría contrargumentarse que el
cigarro o el yogur de piña de después es otra fase del ciclo— o en sacar el
período refractario de la fase de Resolución, cuando ni es adecuado ni
necesario.
El tiempo en el que se inicia y
termina cada fase depende, aparte de factores físicos y psicológicos, de la
misma actividad sexual que se esté produciendo, por lo que no hay registros de
cuánto debe o debería durar cada fase o si hay que pasar por una antes de
llegar a otra. Por ejemplo, lo habitual es que se alcance el Orgasmo después de
la Meseta, pero puede darse el caso de pasar de la Excitación directamente al Orgasmo,
y ello no conllevaría ningún problema a no ser que interfiriera con la salud
psicológica del individuo —pasar en poco tiempo de Excitación a Orgasmo podría
incomodar a su pareja sexual, y eso podría producirle malestar al protagonista
y derivar en un problema de pareja, aunque no tiene por qué—. Así que
aclaramos:
Para tener una experiencia sexual
placentera y completa NO es necesario
pasar por todas las fases.
En definitiva, las 4 fases no son
más que un mapa para trazar el camino de reacciones que recorre el cuerpo
humano durante la actividad sexual, y no cuatro mandamientos que han de
seguirse —no pueden seguirse o no seguirse porque son involuntarios— a
rajatabla para ser normal. (Normal en
cursiva porque ya sabéis que lo que es normal a veces no es normal y lo que no
es normal puede normalizarse a través de una normalización normalizadora).
Así que al lío, pero antes un apunte:
¿Por qué dejar de lado el Deseo?
El carácter no observable de la
fase de Deseo la convierte en la más controvertida de todas ellas. El Deseo
existe, y es innegable su efecto en la conducta sexual humana, pero también es
cierto que ni es previa —el Deseo puede surgir antes de de la actividad, sí,
pero también después de que se haya producido la Excitación— ni es una fase —el
Deseo puede mantenerse activo a lo largo de toda la actividad, o cambiar su
intensidad, o incluso su dirección, dependiendo de los estímulos que se
presenten durante la misma—. Alguien puede mantener relaciones sin Deseo o
sentir Deseo sin mantener relaciones. El Deseo, más que una fase de la
respuesta sexual humana —que puede serlo, dejémoslo claro—, es un sentimiento,
un impulso afectivo del amplio espectro que poseemos los seres humanos.
Así que dejamos al Deseo llorando
y abrazándose las rodillas en una esquina y nos centramos en las fases que
pueden registrarse.
La fase en la que le cuerpo
humano se prepara para la actividad sexual, que se inicia con cualquier clase
de estimulación erótica, sea cual sea la que despierte el interés del individuo
en cuestión.
El pulso se acelera, igual que el
ritmo respiratorio y la presión arterial. En algunas personas —más en las
mujeres que en los hombres— puede llegar a aparecer cierto rubor primero bajo
los senos y hacia el abdomen en ellas y desde el estómago hacia el pecho en
ellos, aunque el ligero enrojecimiento puede extenderse por todo el cuerpo —raras
veces— o aparecer tan solo en zonas inusitadas.
En las mujeres el clítoris y los
labios menores se hinchan visiblemente debido a la vasocongestión, las paredes
de la vagina se lubrican, los pechos se hinchan un poco y los pezones se
endurecen.
En los hombres los cuerpos
cavernosos del pene se llenan de sangre produciendo la erección, el glande se
hincha igual que el clítoris y los testículos pueden elevarse por el
endurecimiento del escroto. Los pechos no son tan erógenos como en la mujer,
pero los pezones masculinos también pueden endurecerse en la Excitación.
Meseta.
La Excitación da paso a la
Meseta, fase en la que el pulso y la respiración siguen acelerados y que recibe
ese nombre porque es un periodo de relativa estabilidad durante la actividad
sexual. La fase en la que pueden empezar a emitirse gemidos involuntarios y que
se caracteriza por placer constante y una temperatura corporal mayor.
En los hombres aparece el líquido
pre-eyaculatorio, una sustancia transparente muy lubricante que aunque de por
sí no contenga espermatozoides sí puede arrastrar consigo a los perezosos que
se han quedado remoloneando en la uretra desde la eyaculación anterior, si ha
sido hace poco. El esfínter uretral se bloquea para evitar la eyaculación
retrograda —para evitar que parte de la eyaculación pueda llegar a la vejiga, porque está todo conectado por ahí— y los testículos se elevan más si cabe.
En las mujeres tanto el clítoris
como los labios menores se vuelven hipersensitivos y las glándulas de Bartolino
se ponen a trabajar segregando más lubricación. El músculo de la vagina se
estrecha —de hecho es la parte del conducto vaginal más cercana a la abertura
(un tercio) lo que se comprime— a medida que la Meseta avanza.
Orgasmo.
El Orgasmo es en lo que suele
desembocar la Meseta. El momento en el que las pulsaciones están más
aceleradas, que se acompaña de espasmos en todos los esfínteres y en varios
músculos de todo el cuerpo pero especialmente de la región pélvica y perianal.
Es la liberación de todo el placer acumulado durante la fase anterior, que
suele inundar al orgasmado en un mar de euforia y bienestar.
La sensación, aunque de momento
no se haya podido demostrar —no hay nada que incite a pensar lo contrario, en
realidad— es similar en hombres y mujeres. En ellas —que sí que es cierto que
las descripciones del Orgasmo son más dispares en el género femenino— se
acompaña de más lubricación y la contracción de las paredes vaginales y del
útero. En ellos —tal vez la mayor concreción descriptiva del Orgasmo masculino
se deba a la simpleza de su género, no lo sé— suele coincidir con la
eyaculación, aunque pueden venir uno sin la otra y la otra sin el uno.
Resolución.
La fase final es la que pone las
cosas en orden después del despilfarro de energía. La que limpia la casa
después de la fiesta. El momento en el que los registros fisiológicos del
cuerpo vuelven a establecerse en lo parámetros normales —cada uno a su ritmo— y
que suele empezar con un periodo refractario, que es el tiempo en el que una
persona no puede volver a tener una actividad sexual por mucha estimulación que
se le presente. El periodo refractario es más común en hombres, pero no son
pocas las mujeres que confiesan que, después del Orgasmo, cualquier
estimulación genital puede llegar a ser dolorosa.
La Resolución puede ser más larga
o más corta, igual que cualquiera de las otras fases, pero el cuerpo siempre
vuelve a la situación en la que estaba ante sde que se presentara la
Excitación, cerrando el ciclo.
Y esas son las características de
consenso de la respuesta sexual humana.
¡Hasta pronto!
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