Cáncer testicular: todo el mundo a tocarse los huevos
Estaba caminando por el pueblo,
volviendo a casa de mi abuela, cuando me agaché para atarme los cordones de la
zapatilla. Dos ancianos me adelantaron mientras iban hablando. Este chaval, dijo el más mayor,
refiriéndose a una tercera persona no presente en la situación, no va a morir pronto, no. ¿Cómo así? Le preguntó el más joven,
arqueando las cejas. Bueno, contestó,
está todo el día tocándose los huevos.
Y, bueno, el anciano se refería a
que el chaval no trabajaba demasiado, por lo que era más probable que viviese
más tiempo, según su opinión. El caso es que no le falta algo de razón, pero no
en ese sentido. Veremos por qué al final de la entrada. De momento, veamos
algunos datos sobre el cáncer de testículos.
Datos epidemiológicos.
El cáncer de testículo representa
entre el 1% y el 1.5% de los cánceres masculinos y el 5% de todos los
urológicos. Su presencia, comparada con otros tipos de tumores, es ínfima, pero
es el más común en los varones de entre 15 y 35 años. A este respecto, el pico
de incidencia se sitúa entre los 30 y los 40 y el índice de éxito en el
tratamiento es excelente. Actualmente, si la concreción del estadio del tumor
en el diagnóstico es correcta, si se sigue un tratamiento mediante
combinaciones de quimioterapia, con o sin radioterapia y cirugía, y si se hace
un seguimiento estricto después de todo, la tasa de curación es prácticamente
del 100%. Un dato curioso es que, en Estados unidos, por ejemplo, la presencia
de este tipo de tumores es mucho mayor entre euroamericanos que entre afroamericanos
y asiático americanos.
Factores de riesgo asociados.
Tener un hermano con un tumor en
los testículos es un factor observado, y es que se ha descrito un marcador
genético, un brazo del cromosoma 12 recortado, en todos los tipos de tumor de células
germinativas. Sin embargo, dejando aparte la presencia familiar como factor de
riesgo, dos predictores clásicos de este cáncer son el síndrome de Klinefelter,
una alteración cromosómica que, abreviadamente, consiste en la presencia de un
cromosoma X extra en la última pareja, y una historia previa de criptorquidia,
que es el descenso incompleto de uno o ambos testículos. Haber tenido un tumor
en el otro testículo es otro factor de riesgo importante. Como veis, todos los
factores mencionados están fuera del control del afectado.
Síntomas.
Su desarrollo puede ser
asintomático, que es solo uno de los factores que hacen tan terrible cualquier
tipo de cáncer, pero los rasgos más corrientes suelen ser dolor escrotal,
pesadez en o mayor tamaño de los testículos, dolor en el abdomen y la espalda,
presencia de irregularidades en la superficie testicular y ginecomastia, o
agrandamiento anormal de los pechos.
Si bien antes hemos dicho que la
tasa de recuperación de este tipo de cáncer es excelente, hay que aclarar que
eso es así en los casos en los que haya habido diagnóstico precoz, es decir,
siempre que se haya cogido a la enfermedad en un estadio no demasiado tardío. Si
la detección tarda en llevarse a cabo las posibilidades de que el cáncer se
haya extendido a otras partes del cuerpo son mayores y, por ende, las
posibilidades de salir de él, menores.
A este respecto, contamos con una
gran ventaja a la hora de encarar esta detección. Esa ventaja, que no está
presente con el hígado, el páncreas o el estómago, por ejemplo, es que los
testículos están a la vista y pueden tocarse, y si hay un tumor desarrollándose
en ellos se podría notar con los dedos.
Unos minutos después de una ducha
caliente, cuando el escroto esté bien suelto y relajado, con la piel fina y
sensible, pasad los dedos por encima de toda la superficie de los testículos,
moviéndolos dentro de la bolsa con cuidado, buscando irregularidades. Si hay
algo fuera de lo común se nota fácilmente, y cuando el tumor es exterior se
percibe como una pequeña montaña rugosa. Asimismo, si el tumor se está
desarrollando dentro del testículo, con los dedos podrá notarse o una
protuberancia igual en el tacto al resto del testículo, pero protuberancia al
fin y al cabo, o un cambio en el tamaño completo. Si se percibe una superficie
rugosa, una protuberancia suave, un cambio en el tamaño del testículo o
cualquier otra anomalía, pitando al médico.
No hagas como Trevor. Sigue mis instrucciones para tocarlos. |
Lo ideal sería hacerse este
autoexamen dos veces al mes. Yo cada martes les pego un repaso, que me cuesta
quince segundos.
Finalmente, el anciano del pueblo
de mi abuela tenía su punto de razón como hemos visto. Todo el mundo a tocarse
los huevos, pues.
Si queréis saber más sobre este tema podéis visitar la web de la Asociación Española Contra el Cáncer y la web de la Asociación Europea de Urología.
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