Amor invertebrado

Los invertebrados son la leche. Los hay espeluznantes, bonitos, sabrosos, indefinidos, cabrones y pasotas. Existen arácnidos e insectos de pesadilla, preciosos equinodermos, irresistibles moluscos, aburridos poríferos, bastardos platelmintos y tranquilos celenterados, entre otros. Hay una cantidad ingente de ellos, pero a muchos les va el sexo rarejo.

Apuñalamientos.

Dominic es una chinche macho que lleva unos días detrás de Lorraine, una chinche hembra. Le ha dado mil vueltas a la cabeza tratando de encontrar la mejor manera de ganarse su confianza. Ha pensado en invitarla a un paseo por la nuca de su huésped, donde podrían catar los mejores jugos de cuello, o en llevarla de viaje a los bajos fondos para visitar a sus parientes, las ladillas. Pero no. Finalmente deja los planes románticos de lado, se saca su pequeño, oscuro y afilado pene y se lo clava a Lorraine en el abdomen (inseminación traumática). Hala. La deja malherida (más vale malherida y preñada que sana y sin bollo en el horno) y se pira sin un qué tal ni un hasta luego. Dominic es un cabrón.

Dominic. La maldad personif... perdón, la maldad insectificada.

Esgrima y dardos.

Ricardo es una hermosa babosa marina que se ha sentido insultado en el teatro cuando un desconocido, que más tarde sabría que se llama Ecequiel, ha estornudado y le han llegado unas gotillas de rocío a la oreja. Así que le ha retado a un duelo a espada. En realidad no. Las babosas marinas no tienen orejas. Pero Ricardo y Ecequiel sí que lucharán en un duelo de esgrima para decidir quién de los dos se queda embarazado del otro. Ugh. El primero que apuñale al otro con su pene (no es un juego universitario) “gana” y se libra de la gestación.

Los caracoles terrestres, por su parte, se valen de ciertos dardos psicoactivos que lanzan a sus congéneres para intentar dejarlos embarazados. Cosas del hermafroditismo.

Grillos esposados.

Los grillos atan a sus parejas con un curioso dispositivo situado cercano a sus genitales, parecido a unos grilletes, para inmovilizarlas durante el acto, que puede llegar a durar siete horas. Transfieren su esperma en una bolsita, que se introduce poco a poco en la hembra. Ellas suelen tener la capacidad, si quieren, de librarse de esa bolsita antes de que todo el esperma haya sido transferido. Luego se la comen (la bolsita).

Ácido y tentáculos.

Los gusanos del género myzostoma son parásitos, y por si eso no fuera suficientemente asqueroso, al tener relaciones secretan una enzima corrosiva por el pene para agujerear la piel de la hembra y así introducir el esperma dentro de ella. Perfecto.

El calamar gigante inyecta el esperma en los brazos de su pareja, pero se han encontrado cuerpos de calamar gigante macho inseminados, lo que sugiere que o bien otro macho se confundió gravemente o que el muy tolai se dio a si mismo con su pene de noventa centímetros.

Control de las hembras.

Lorraine, la chinche antes preñada, como muchas otras invertebradas, suele tener la última palabra a la hora de aceptar o no el esperma que un macho ha inyectado a la fuerza. Algunas pueden eyectar el esperma de un macho que no desean (en términos evolutivos, no pasionales), filtrarlo químicamente dentro de su organismo para que les sirva incluso de alimento, o pueden cerrar el tracto sellándolo por completo.

El éxito de los machos.

Esto, por su parte, ha hecho que los machos desarrollen ciertas estrategias, sobre todo anatómicas, que les permiten acumular todas las posibilidades disponibles para dejar su marca genética en la siguiente generación. Así, el pene de las chinches es un puñal, algunas arañas macho drogan y atan con tela a sus parejas para luego no ser devorados y el pito de las libélulas parece una pala microscópica, con la que pueden extraer el esperma de machos anteriores. El pene humano podría tener esa forma, parecida a la de un ancla, por esta misma razón. Al fin y al cabo, el éxito reproductivo del macho se basa en ganar a los otros machos y superar las defensas de la hembra.

Podéis leer más sobre estos temas aquí y aquí, gracias al trabajo del señor James Gilbert.

¡Hasta pronto!