Afrodisíacos: si crees, puedes
La palabra "afrodisíaco" proviene de
Afrodita, la diosa griega de la belleza, la sexualidad y la reproducción.
Reciben ese nombre ciertas sustancias o elementos que supuestamente encienden,
activan o mejoran la capacidad y el deseo sexual. Desde el inicio de los
registros sociales se han venido utilizando en la sociedades humanas sustancias
o elementos naturales, vegetales y animales para tratar de aumentar el deseo o
energía sexual, la atracción de los otros o el número de reproducciones
fructíferas.
Tipos de afrodisíaco.
Si alguien quisiese
clasificarlos, como yo ahora, podría usar un registro binomial simple, usado
por Erwin J. Haeberle: afrodisíacos de efecto bioquímico y afrodisíacos de
efecto psicofisiológico.
Los de efecto bioquímico
incluyen materiales ingeridos, inyectados, inhalados y aplicados directamente
en la piel. Ciertas drogas, fragancias, comidas, medicinas, lociones o cremas.
Los de efecto psicofisiológico
incluyen materiales que se ven, escuchan o experimentan de otras maneras. El
arte erótico, ciertos bailes, fantasías y peculiaridades personales, como la
forma de hablar de alguien, sus andares o la manera en que se atusa el cabello.
Siguiendo la definición de arriba, si cierto tipo de pensamiento conlleva una
activación sexual o un aumento de pasión, puede decirse que es un pensamiento
afrodisíaco.
Qué hacen.
Las sustancias que se describen como afrodisíacas
pueden funcionar de muy distintas maneras. Pueden estimular los genitales,
aumentar la energía física y la producción de semen, retrasar el cansancio,
aumentar el placer sexual haciendo más o menos sensibles los genitales, mejorar
el atractivo sexual o relajar inhibiciones que impiden una vivencia sexual
placentera. Sin duda, sustancias que consigan cumplir este tipo de funciones son
afrodisíacas. Una bebida energética puede ser afrodisíaca, pues, si se utiliza
ese plus de energía que provee en la actividad sexual. Por otra parte, hay
algunas cremas que, al ser aplicadas en los genitales, aumentan o disminuyen su
sensibilidad, acomodándose a los deseos o necesidades de cada uno.
Alimentos fálicos y genitales animales.
Plátano, pepino, calabacín,
espárragos, zanahoria, nabo, ¡pez pene! Todos estos alimentos se han
relacionado con un hipotético poder de aumentar la capacidad sexual de los
hombres, su virilidad o su deseo. Ninguno de ellos funciona de esa manera.
Todos son muy sanos y deberían entrar en una dieta completa y equilibrada
(podemos sacar al perturbador pez pene de esa afirmación) pero ninguno tiene el
más mínimo efecto de incremento sexual real. De hecho, el espárrago podría
convertir nuestros genitales en un insulto odorífico después de digerirlo.
Los genitales de animales, por su
parte, se han utilizado en culturas de todo el mundo con el mismo fin. Comer el
desagradable testículo de tapir entre los mayas, el correoso pene de emú entre
aborígenes australianos o testículos de foca entre inuits era y es habitual.
Por supuesto, si uno cree en
ello, el poderoso efecto placebo ayuda siempre.
Las drogas son otra cosa.
Algunas drogas sí parecen tener
un efecto objetivo en la energía sexual y el deseo. Se registró aumento de
libido en sujetos experimentales por dosis de levodopa, eficaz contra el
parkinson, de clomipramina, que es un antidepresivo y por inyecciones
intracerebrales de acetilcolina, un neurotransmisor.
Drogas depresoras del sistema
nervioso como el cannabis podrían influir en la relajación de inhibiciones que
impiden una vivencia satisfactoria del sexo, es decir, podría desinhibir a
ciertas personas que, por razones diferentes, no se sienten bien a la hora de
manifestarse sexualmente.
El alcohol, ese ambivalente.
El alcohol es afrodisíaco y
anafrodisíaco (efecto contrario) a la vez. Dosis pequeñas pueden aumentar el
deseo y la capacidad sexual, pero dosis mayores pueden resultar fatales a la
hora de buscar una respuesta fisiológica de los genitales, sobre todo en
hombres. Esto sucede porque, al igual que el cannabis, es un depresor del
sistema nervioso, lo que quiere decir que si estamos borrachos lograr una
erección será más difícil de lo normal pero, si se logra, será fácil perderla
y, si se mantiene, el orgasmo tardará más en llegar. Lo que te quita por un
sitio te lo mete por otro.
Los horrores derivados de falsas creencias.
Al igual que con los alimentos
fálicos, algunos atributos que gozan de la misma forma se han usado en rituales
mágicos o elaboración de pociones afrodisíacas. El ejemplo más sangrante es el
del cuerno del rinoceronte que, supuestamente, convenientemente rayado y
consumido es un potente estimulante. Es falso, claro. Pero ello no ha impedido
la carnicería de la caza furtiva en los países africanos de los que es
originario. Hallar cuerpos de rinoceronte agonizando con el cuerno arrancado o
cortado no es solo indicativo de que es un preciado trofeo, sino también de que
en Asia su comercio es un negocio fructífero y fraudulento.
Tal vez un caso más terrorífico,
desde el punto de vista egoísta de un humano, es la caza de negros albinos y la
venta de partes de sus cuerpos a chamanes y brujos africanos bajo el pretexto
de que son seres intervenidos por el demonio y cuyos atributos son
potenciadores sexuales. Aquí no es solo protagonista la falta de derechos
humanos, también el asesinato, la antropofagia y la impunidad de aquellos que
aterrorizan a un colectivo que ha tenido la mala suerte de nacer, simplemente,
con déficit de melanina (más información sobre esto aquí).
En definitiva, da igual que comas
lentejas, ostras, que patatas fritas. Ningún alimento ha demostrado ser
realmente digno de clasificarse como afrodisíaco. Muchas drogas legales, sin
embargo, avisan en sus efectos secundarios de producir cierta desinhibición
sexual, en un grado u otro. Ciertamente, muchas veces basta con pensar y creer
en un efecto determinado que podría producir un alimento o cualquier otra
sustancia para sentirla en el organismo, pero eso es gracias a nuestro amigo
placebo, como ya hemos dicho.
¡Hasta pronto!
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