Gonorrea, una maldita que evoluciona

El sufijo “rrea” significa flujo o descarga, y suele indicar una enfermedad o condición médica incómoda, irritante y generalmente dolorosa. Dismenorrea (dolor menstrual), seborrea y diarrea son algunos ejemplos, pero ahora nos vamos a ocupar de la gonorrea, una enfermedad de transmisión sexual que, al igual que la sífilis, tuvo un drástico descenso en la prevalencia de España antes del cambio de milenio pero que en los últimos años ha tenido un notable ascenso.

Qué la provoca y cómo se contagia.

La pequeña responsable de esta incómoda enfermedad es una bacteria llamada Neisseria gonorrhoeae, que tiene una forma muy característica y simple: parecen dos balones de plástico fundidos uno en el otro (diplococo). El único huésped natural de este pequeño grano de café es, acertáis, el ser humano. Dependiendo de la población suele venir acompañada de infección por clamidias en menor o mayor medida (mucho más en las mujeres).

Se contagia mediante contacto directo entre genitales, boca y ano, en cualquier dirección. Una mujer embarazada con gonorrea que da a luz es muy posible que cause al niño una conjuntivitis purulenta (oftalmia neonatorum) que compromete seriamente el correcto desarrollo de la visión.

No sé lo que parecen, pero son Neisseria gonorrhoeae.

Aquí unas de verdad.

Cómo evoluciona y qué produce.

El signo más famoso y evidente de la gonorrea es la sensación de ardor al orinar, que se da tanto en hombres como en mujeres. Mear clavos, agujas o ácido suele ser el testimonio de los que la padecen. Suele ser común, también, una secreción blanca, amarilla o verde del pene, secreción vaginal olorosa y abundante y sangrado entre periodos menstruales. En caso de que la bacteria haya llegado al ano, producirá picor, dolor, sangrado o secreciones de pus. Y si esta ha alcanzado la boca y la garganta, el enfermo tendrá irritación, dolor al tragar y posiblemente también sangrados.

Sin embargo, uno de los muchos inconvenientes (no tiene ninguna ventaja, claro) de la gonorrea es que puede desarrollarse sin ningún tipo de síntoma, lo que la permite pasar inadvertida mientras viaja de portador en portador, reproduciéndose asexualmente y dejando colonias por todo aquel individuo que haya mantenido relaciones sexuales desprotegidas con alguien infectado.  

Cómo se trata y expectativas.

Existe cura simple y efectiva mediante una sola dosis de antibióticos. Una gonorrea no tratada, por el contrario, puede desembocar en serios problemas, como inflamaciones agudas de próstata, epidídimos o testículos en el hombre, infección de las trompas de Falopio y ovarios, embarazo ectópico y enfermedad inflamatoria pélvica en mujeres. En ambos, además puede causar esterilidad, siempre que no se trate. Además, como la sífilis, en casos muy extremos puede afectar al cerebro.

El caso de las mujeres.

Es delicado, porque se estima que solo la mitad (tirando por lo alto) de las mujeres con gonorrea desarrollarán síntomas que avisen de la presencia de la misma. Son, por tanto, más susceptibles de desarrollar problemas graves derivados de la infección y de contagiar a más personas sin saberlo. Esto hace que la gonorrea sea más persistente y se difunda más fácilmente entre las mujeres. Añadido a ello, la infección por clamidias, como hemos dicho, es habitual que acompañe a la bacteria de la gonorrea, por lo que el tratamiento, aunque viable y seguro, será ligeramente más potente.

Una bastarda cada vez más resistente.

La bacteria es inteligente y evoluciona. Se habitúa a los antibióticos usados más habitualmente para su tratamiento y se hace resistente a ellos. O, más bien, las cepas a las que no les afectan los antibióticos actuales consiguen reproducirse, mientras que las que perecen ante el tratamiento, no llegan a hacerlo. Es selección natural en estado puro. El caso es que esta situación ha encendido las luces de alarma de países como Francia, Reino Unido, Suecia o Japón, porque podría darse el caso de que, tan pronto como en 2015, se halle una bacteria gonocócica resistente a cualquier fármaco inventado. Y eso puede asustar.

Aunque no debería, porque existe un sistema casi infalible para evitar el contagio de la gonorrea. Otra vez acertáis, el bendito condón.

¡Hasta pronto!