Tratamiento farmacológico de la disfunción eréctil

Generalmente es necesario para salir del bache que supone la disfunción eréctil, pero no suele ser suficiente. Ha de complementarse con la debida terapia sexual para que el efecto sea completo y provechoso. Además, en la terapia sexual suele ser imprescindible que la pareja del paciente, si existe, esté presente y colabore en las actividades que han de llevarse a cabo, siempre teniendo en cuenta que la disfunción suele ser cosa de dos, y porque, en definitiva, suele ser la poca comunicación dentro de la pareja la que hace que la dificultad se prolongue en el tiempo.

En el tratamiento farmacológico tendremos disponibles los famosos fármacos orales, los intracavernosos y la cirugía.

Sildenafilo y sus amigos.

Sildenafilo, tadalafilo y vardenafilo, cuyos nombres comerciales son Viagra, Cialis y Levitra, respectivamente, son inhibidores de la enzima fosfodiesterasa 5, que es el factor que impide el adecuado trabajo del guanosín monofosfato cíclico. Buah, mejor decir que son pastillitas que facilitan que los cuerpos cavernosos del pene se llenen de sangre, y por tanto haya una erección. Ojo, la estimulación sensorial sensual suele ser necesaria para que cualquiera de ellas haga efecto, es decir, si se ingiere sildenafilo y se pone uno a seguir motas de polvo, es muy posible que no haga efecto. Debe haber deseo y excitación para ello.

Todas han sido testadas exitosamente en experimentos de doble ciego. O sea, que son verdaderamente efectivas, porque han demostrado funcionar mucho mejor que placebos en situaciones en las que ni siquiera los investigadores sabían si estaban dando placebo o medicamento.

Hay pastillas de diferentes dosis para cada una de las marcas (25, 50 y 100 miligramos en viagra y 5, 10 y 20 miligramos en las otras dos), y pueden tomarse antes de una relación o cada tres o cuatro días (depende de la efectividad de la dosis) para estar preparado en caso de una relación sexual sorpresiva. Este aspecto es mejor consultarlo con el médico.

Inyecciones y cirugía.

Hay algunos fármacos, llamado intracavernosos, que se inyectan directamente en los cuerpos cavernosos del pene. Fundamentalmente, funcionan como vasodilatadores y favoreciendo la estimulación de la musculatura lisa, lo que facilita la erección. Suele prescribirse en pacientes a los que la anterior posibilidad no les ha servido de nada, y hace falta tener ciertos arrestos para llevar a cabo la inyección. Tiene una tasa de abandono muy elevada.

La cirugía, por su parte, suele llevarse a cabo cuando ninguna de las alternativas anteriores es efectiva o viable. Lo que se hace, básicamente, es intercambiar los cuerpos cavernosos por dos estructuras cilíndricas conectadas a un depósito lleno de fluido implantado debajo del abdomen y a una bomba neumática situada en el escroto. Entonces, cuando se activa la bomba del escroto apretándola, el fluido guardado en el depósito abdominal pasa a los cilindros del pene, rellenándolos y provocando que el pene se endurezca. Cuando se termina lo que fuera que se estuviera haciendo con el pene duro, por el mismo mecanismo el fluido vuelve al depósito del abdomen, devolviendo la flacidez al pene. Parece aparatoso, pero la estructura no es visible desde fuera, no molesta y deja indemnes las terminaciones nerviosas del glande y cuerpo esponjoso, por lo que no interfiere en el placer. Debería ser, de todas formas, la última alternativa.

Un implante, con el depósito arriba, la bomba en el escroto y el cilindro que se rellena en el pene.

Hay otra forma que a no es tan efectiva pero que se ha usado desde los años 80 gracias a su llamativa comercialización. Es la bomba de vacío, que funciona colocando el pene dentro de una especie de tubo del que se extrae el aire, haciendo que se dilate. Luego se coloca un anillo, goma o lacito en la base del pene para impedir que la sangre salga y la erección conseguida dure.

Lo cierto es que esta bomba es, a parte de inefectiva, peligrosa, porque puede producir hematomas, desgarros de los cuerpos cavernosos y riego sanguíneo irregular. Ponte una goma bien apretada en un dedo durante 20 minutos. Ya verás.

No, no lo hagas.

¡Hasta pronto!