El origen de la homosexualidad
Un amigo me dijo en un bar que la
homosexualidad es antinatural. Los gays,
me dijo, no son distintos a la gente que
se excita con zapatos y cosas así, solo que la desviación de estos es la gente
de su mismo sexo.
A mí me sorprendió que todavía
haya gente que piensa de esta manera, y más si es un chaval joven, que por
suerte ha recibido una educación acorde con la sociedad que le ha tocado vivir,
es decir, supuestamente más abierta y progresista. Sin embargo, no hay más que
ver la marea de gente que sale a las calles cuando se organiza una protesta en
contra de, por ejemplo, el matrimonio gay. Y en la retina tengo un país tan
tolerante como Francia.
No vamos a entrar en el vacuo
debate de si es antinatural o no, aunque hay argumentos muy interesantes, sacados
sobre todo de conductas datadas en el mundo animal, que podrían alimentar una
postura contraria a la de mi amigo. Tampoco vamos a hacer una comparativa entre
la homosexualidad y otras parafilias, porque lo único que tienen en común es
que son algunos de los posibles destinos que tiene la orientación sexual. De
esta manera, equiparar la homosexualidad a una parafilia, o meterla en el mismo
saco, sería igual de válido que hacerlo con la heterosexualidad.
Por último, tampoco vamos a
discernir la motivación que posee una persona para utilizar una tarde de
viernes de su vida para reunirse con una multitud y protestar en contra de que
otras personas gocen de sus mismos derechos básicos. Me imagino a mí mismo
protestando contra el derecho de los trabajadores de los remolcadores de
icebergs a tener dos rodajas de zanahoria en la menestra de los martes, y me
tiemblan las piernas del sinsentido.
Lo que vamos a hacer es ver
algunas de las hipótesis que ha barajado la ciencia a la hora de tratar de
explicar por qué existe la homosexualidad. ¿Tiene que haber una razón? No
especialmente, pero si consideramos que la orientación sexual es algo que
podría estar establecida cuando nacemos, pero que también podría verse influida
por el entorno que nos moldea, no está de más preguntarse por qué existe tal
disparidad.
El hermano menor.
Hay estudios que sugieren que
cuantos más hermanos mayores varones tiene un hombre más posibilidades tiene de
ser homosexual. Concretamente, cada hermano mayor podría incrementar un 33% esa
posibilidad. Fue el sexólogo canadiense Ray Blanchard quien puso sobre la mesa
la idea, y las hipótesis giran en torno a la reacción del sistema inmunitario
de la madre al lidiar con las proteínas llamadas antígenos H-y, que solo
generan los fetos masculinos. El sistema de la madre se iría sensibilizando a
las proteínas producidas por cada uno de los fetos masculinos exitosos y así
incrementando la probabilidad de afectar a la diferenciación sexual de los
siguientes. Esta teoría, por tanto, no sirve para las lesbianas.
Zurdos y diestros.
Los fetos, dentro del útero
materno, ya muestran preferencias en el uso de una de las dos manos. Aunque ser
zurdo no implica nada en absoluto, en la literatura científica no escasean
trabajos que sugieren la existencia de mayor cantidad de zurdos entre
poblaciones con trastornos o lesiones cerebrales que entre la población
general. Los hallazgos de revisiones cuantitativas que indican
significativamente mayores posibilidades de encontrar más homosexuales, tanto
gays como lesbianas, no diestros, da pie a que aparezcan polémicos estudios que
proponen que la homosexualidad es efecto de un desarrollo cerebral intrauterino
incompleto.
Divergencias neuroanatómicas.
El neurocientífico inglés Simon
LeVay destacó, a principios de los años noventa, que el tercer núcleo
intersticial del hipotálamo anterior era, de media, más pequeño entre
homosexuales que entre heterosexuales. En otro estudio se vieron diferencias en
la densidad y volumen del núcleo supraquiasmático del hipotálamo, siendo más
grande el de homosexuales. Por otro lado, no se han visto diferencias en los
cuerpos mamilares de la misma estructura entre ambas poblaciones. Gracias a las
resonancias magnéticas se pudo ver que los homosexuales poseen un cuerpo
calloso, la estructura que une ambos hemisferios cerebrales, mayor que los
heterosexuales, acercándose así más a la anatomía femenina.
Podría seguir escribiendo sobre
evidencias acerca de la divergencia anatómica entre homos y heteros, pero
entonces estaría hasta mañana.
El índice y el anular.
La relación entre estos dos
hermanos digitales es tan turbulenta que le dedicaremos una entrada entera en
el futuro.
Resumiendo, podemos decir que el
origen de la homosexualidad es un misterio y que las distintas hipótesis tienen
tantos puntos fuertes como débiles. A mí me gusta pensar lo que es: una persona
es homosexual de la misma manera en que yo soy heterosexual, y ya está. Como hemos dicho, no está de más usar la ciencia para hacer ciertas preguntas referentes a las razones por las que las personas son diferentes, pero es una temática tan interesante como, por desgracia, especulativa y sujeta a las opiniones personales. Si estas opiniones estuviesen basadas en trabajos científicos en vez de en prejuicios o creencias religiosas, no habría problema alguno. Pero ya sabemos que no es así.
En definitiva, una cuestión está
clara: una persona no elige ser homosexual, ni tampoco se le puede educar para que lo sea. Y el debate debería ser cansino y
repetitivo, pero la periódica presencia de voces en los medios de comunicación
más populares ladrando incoherencias que tienen más calado en la población
general que las discusiones de taberna podría hacer pensar que siempre es bueno
recordarlo.
Un artículo muy interesante, si señor.
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